La Historia
El Canelé nació en el siglo XVI, en el corazón de Bordeaux, Francia. Fueron las monjas del convento de las Annonciades quienes lo crearon, utilizando ingredientes simples pero nobles: trigo recolectado de los muelles —muchas veces caído de los barcos o proveniente de sacos rotos— y yemas de huevo que donaban las bodegas del Quai des Chartrons, donde las claras se usaban para clarificar el vino. A esta mezcla le sumaban ron y vainilla traídos desde las colonias, gracias al comercio marítimo del puerto.
Durante la Revolución Francesa, las monjas fueron expulsadas de su convento. Sin embargo, la receta no se perdió. Fue transmitida a los trabajadores del puerto, quienes continuaron horneando estos pequeños bizcochos directamente sobre brasas, manteniendo viva la tradición. Aun así, con el paso del tiempo, el Canelé fue quedando en el olvido, sobreviviendo apenas en las mesas burguesas de Bordeaux.
No fue sino hasta los años 1980 que el Canelé vivió un verdadero renacer. Un grupo de reposteros decidió rescatar la receta, perfeccionarla y devolverle el lugar que merecía dentro de la pastelería francesa. En 1985, se fundó la Confrérie du Canelé de Bordeaux, organización dedicada a promover este icónico pastelito. Fue en ese momento que se oficializó su escritura con una sola “N” —Canelé— para distinguirlo y destacar su identidad bordelesa.
Hoy, el Canelé es símbolo de tradición, paciencia y excelencia. Su elaboración requiere tiempo, precisión y respeto por el proceso: una masa que reposa por al menos 48 horas, moldes de cobre sellados con cera de abeja, y una cocción exigente que da como resultado esa corteza caramelizada única, que resguarda un interior suave y perfumado.
"De Bordeaux a tu mesa"
En Fait par Marie, continuamos esta historia con pasión y admiración, llevando a tu mesa este tesoro francés que nació para ser compartido.